Es muy común escuchar a nuestras amigas que alguna vez al acudir a su examen de papanicolau el especialista que la atendió le comentó que tenía una “úlcera” o “herida” en el cuello uterino y que necesitaba una cauterización o biopsia para determinar si no era una lesión premaligna.
Si me comentan que tengo una herida en el cuello uterino de hecho me voy a preocupar demasiado pues lo primero que me viene a la mente es cómo se hizo, qué la ocasionó.
En realidad, en el cuello uterino no todos los cambios que se ven son lesiones pre malignas, sino que también existen cambios que si bien tienen un aspecto que pareciera una inflamación no tienen un potencial de malignizarse y de hecho, no son úlcera o heridas.
Lo que pasa es que alrededor del orificio por el cual sale la menstruación en el cuello uterino existen glándulas que producen un moco que protege al útero de la flora bacteriana del canal vaginal. En algunas mujeres, estas glándulas están muy evertidas hacia la zona externa dando un aspecto rojizo que impresiona una ulceración pero que en realidad no lo es.
Por lo común estas glándulas están metidas en el canal del cuello uterino, pero en algunas mujeres estas glándulas ya de nacimiento están por fuera de esta zona y el nombre correcto a este aspecto es ectropión o erosión congénita.
Los partos también pueden forzar una eversión de estas glándulas y ocasionar una erosión secundaria en algunas mujeres.
En ambos casos estamos hablando de tejidos sanos que están fuera de su ubicación convencional.
En otros casos dicha úlcera suele ser la respuesta a la “irritación” causada por alguna infección vaginal no diagnosticada y no necesariamente tratarse de un proceso pre-maligno.
Una vez realizado el Papanicolau y comprobamos que dicha ulceración no es una lesión maligna, existen medicamentos en óvulos o crema indicados para la cicatrización de la ulcera. La cauterización se reserva para aquel ectropión que se asocian a mucha mucosidad y con ello contribuye a la sensación de flujo intenso. Si bien no siempre es la causa de una infección recurrente, puede contribuir al producir más moco alcalino que favorece la proliferación de los microorganismos en el canal vaginal.
Lo ideal es que al momento de que el especialista le comente sobre una lesión en el cuello uterino es valorarla mediante papanicolau, como hacemos de rutina en el consultorio y así visualizar la lesión y saber qué tipo de lesión es y cómo debe manejarse correctamente.
En pocas palabras, solo el examen de Papanicolau o la colposcopía podra sacar de la duda si esa aparente “úlcera” es un proceso pre-maligno, maligno o solo cambios normales secundarios a una irritación del cuello uterino.