Es indiscutible que la pareja y el ginecólogo son las personas más importantes en los nueve meses de embarazo. El primero, por constituirse en su aliado emocional y afectivo en esta dulce espera, y el segundo, por ser su apoyo en los cambios físicos, dolencias e inseguridades frente al reto que la maternidad le impone.
Existen ciertas cualidades que debemos de buscar en nuestro médico ginecólogo para poder así depositar en él la responsabilidad que conlleva el cuidado de la salud de la mujer en sus distintas etapas. El respeto, la empatía, la honestidad, el conocimiento y el compromiso son aspectos importantes a la hora de confiar la salud en manos de un profesional. Aspectos para tener en cuenta y que deben ser analizados por el padre y la madre del bebé.
Confianza. Es clave, especialmente cuando una mujer debe revelar sus secretos más íntimos (esto incluye sus genitales). Por tal motivo, es importante que la mujer confíe en su médico y tenga empatía con él. Si el profesional no le genera tranquilidad, es mejor buscar la asesoría de otra persona.
El especialista escogido debe mostrar un respeto absoluto por la gestante, tanto en la consulta como en el examen médico. Cuando ingrese al consultorio médico (debe ser limpio y ordenado) por primera vez, de entrada tiene que sentir agrado por él o la profesional. Ante todo, sensación de tranquilidad y seguridad.
Claridad y sinceridad. El ginecólogo debe ser una persona que le explique de manera clara el porqué de todos los cambios y síntomas que está experimentando y, si existe algún problema, hablarle con sinceridad de las causas y posibles soluciones. Es necesario procurar que el especialista se exprese en términos de fácil comprensión y resuelva con paciencia, honestidad y rapidez cada una de las inquietudes que perturben a la gestante, por más insignificantes que parezcan.
Conocimiento y experiencia. La embarazada debe ‘confiar’ su salud en manos de un especialista que demuestre conocimiento en su área y tenga la capacidad de expresar conceptos claros frente a cualquier condición. Aquí no hay espacio para las dudas. El profesional debe estar actualizado y estar al tanto de las ventajas de las nuevas tecnologías.
De igual forma, si el médico se enfrenta a un caso específico que merezca revisión por parte de otro especialista, no debe dudar en remitirla para una valoración.
En caso tal que la mujer curse un embarazo de alto riesgo, su médico debe estar entrenado para manejarlo.
Respaldo académico e institucional. Es importante fijarse en la universidad que le otorgó el título. Esta debe ser confiable y de prestigio, pues la gran mayoría de profesionales formados en universidades con nombre reciben bases académicas sólidas.
Hay que fijarse en que el galeno cuente con el respaldo de una entidad de salud reconocida, de manera que en caso de requerir hospitalización o intervención quirúrgica, la gestante reciba atención en una institución de calidad. Los especialistas que tienen este tipo de respaldo suelen ser parte de un grupo académico o universidad, lo cual facilita su actualización constante. El médico debe tener sus papeles al día y no prestar servicio en un consultorio pirata.
Género. Si la embarazada tiene alguna preferencia en cuanto al sexo de su ginecólogo (hombre o mujer) debe buscar a la persona de su preferencia y comodidad.
Compromiso, dedicación y constancia. Es ideal que el ginecólogo esté al frente de todos los controles prenatales, atienda el parto y vigile el posparto.
El especialista debe ser una persona disponible y de fácil contacto (ya sea por celular, teléfono fijo o e-mail) para que resuelva sus dudas de manera ágil y precisa. Aunque existen limitaciones en el tiempo de consulta, el profesional debe indagar muy bien los antecedentes médicos, entorno familiar y hábitos de vida de la mujer. El examen físico que le practique debe ser muy completo.
Costos. El tema económico también hay que tenerlo en cuenta. Es conveniente mirar el bolsillo y preguntar cuánto cobra el ginecólogo por consulta, ecografía y atención del parto.
Recomendaciones de familiares y amigos. Las referencias siempre son un buen precedente antes de escoger a su médico. Vale la pena que la gestante les pregunte a personas cercanas si conocen a un especialista de calidad. De esta manera, puede hacerse una idea de quién la acompañaría en su embarazo y así tomar la decisión correcta.
Empatía con la pareja. No hay que olvidar un aspecto importante: también debe existir confianza entre el esposo y el ginecoobstetra. Si existe una buena relación, las cosas van a fluir de mejor manera, pues el hombre tiene un papel importante en el proceso y es ideal que esté presente en la consulta y resuelva todas las inquietudes que atañen a la salud de su esposa e hijo.
Flexibilidad. La mujer debe sentirse libre de cambiar de especialista cuando lo desee y éste debe permitirle hacerlo sin recriminación u objeción alguna. A veces, se escogen profesionales por compromisos personales y familiares. Así que es conveniente escoger a alguien neutral con el cual no exista problema alguno si las expectativas no se cumplen.